En el podcast 11 Pasos de Mujer hablamos de ciencia e investigación hablamos de la figura de Margarita Salas Falgueras. Un fiel ejemplo de seguir sus sueños por un camino que no existía.
Margarita Salas Falgueras nació en Canero, Asturias, en la España de 1938. Hija de un psiquiatra José Salas Martínez. Por el trabajo de su padre Margarita pasaría toda la infancia viviendo en el sanitario psicológico donde trabajo su padre.
Sus padres siempre soñaron con que sus hijos estudiasen una carrera universitaria, algo nada frecuente para la época. En aquellos tiempos era el hijo quien tenía derecho a estudiar y a las mujeres se las guiaba por otros caminos.
Cuando finalizo el bachillerato, no sabía que estudios escoger, dudo entre las ciencias y las humanidades. Finalmente se encamino por las ciencias, en concreto por la química, algo que el tiempo demostraría que fue una sabia elección, porque Margarita descubriría lo mucho que le gustaba investigar en el laboratorio de química.
En una reunión familiar conoció a quien sería su gran mentor y persona fundamental en su carrera científica, el Premio Nobel de Medicina Severo Ochoa, quien era primo político de su padre. Durante una cena familiar Severo Ochoa le propuso a Margarita que le acompañara a una conferencia sobre investigación en Oviedo. Fue durante aquella conferencia cuando ella quedo fascinada por la bioquímica. Cuando terminó la conferencia Severo Ochoa le aconsejo que si de verdad le gustaba la bioquímica, hiciera su tesis doctoral en el laboratorio de Alberto Sols en Madrid y luego realizase la formación posdoctoral con él en Nueva York.
Entusiasmada por los estudios que estaba realizando, durante la carrera universitaria conoció a quien sería el amor de su vida, Eladio Viñuela. Ambos compartían la pasión por la bioquímica. Cuando los dos acabaron la carrera universitaria ambos empezaron a trabajar en el laboratorio de Sols. Pero la manera de entrar en el laboratorio fue diferente para cada uno. Eladio Viñuela no tuvo ningún problema en ser admitida por Sols en sus laboratorios, pero en cambio a Margarita Salas no lo tuvo tan fácil.
Para que ella pudiese empezar en los laboratorios de Sols necesito que Severo Ochoa escribiera una carta de recomendación a Alberto Sols para que la admitiera. Y claro ante la recomendación de todo un premio nobel Sols no se pudo negar a admitirla.
Sols reconoció que después de aquella carta, lo que pensó hacer sería admitirla y al ser una mujer la daría un trabajo sin demasiada importancia, pues si no lo sacaba adelante no tendría importancia.
Creo que oyendo estas palabras ya nos podemos hacer una imagen mental de cómo era el machismo dominante en el campo de la investigación científica en España. Margarita aprendió a sortear aquel machismo en nuestro país. Ella definió su situación en el laboratorio de la siguiente manera:
En la fase de la tesis doctoral lo pase mal, se daba la situación de que estábamos reunidos Eladio y yo con Alberto Sols y estábamos hablando de mi trabajo y Sols se dirigía a Eladio, nunca se dirigía a mí, yo era invisible.
Finalizadas sus tesis la pareja se casó en 1963, gracias a la beca de la Fundación March que le habían otorgado a Margarita Salas, pudieron celebrar su boda y alquilar un piso donde vivir juntos. Y siguieron los consejos que años atrás en aquella cena familiar le había dado Severo Ochoa a Margarita Salas, y se fueron a trabajar con él a la universidad de Nueva York.
Al llegar al laboratorio, Severo Ochoa separó al matrimonio en labores distintas. En aquel laboratorio nunca fue discriminada. Severo sabía que no tendría Margarita la visibilidad merecida en España si trabajaba con su marido. Ya que era un mundo dominado por hombres, en la que los éxitos de las investigaciones que hubieran podido hacer en conjunto irían adjudicados automáticamente a la parte masculina del matrimonio y no a ella. Y es que lo habitual era que los descubrimientos de matrimonios de investigadores fueran otorgados al hombre.
En Nueva York con Severo Ochoa no me sentí nunca discriminada por el hecho de ser mujer, pero luego volvimos a España, y de cara al mundo yo era la mujer de Eladio Viñuela. Él decidió al cabo de unos años iniciar otro tema de investigación para dejarme el camino libre a mí.
Después de tres años trabajando en el laboratorio de Severo Ochoa, decidieron rechazar continuar en Nueva York para volver a España con la idea de desarrollar investigaciones en el campo de la biología molecular. Para no competir con el laboratorio de Severo Ochoa con sin duda más financiación e investigaciones más avanzadas. Decidió ponerse a investigar el fago. Los fagos son virus que infectan bacterias, y ella quería investigar cuales eran los mecanismos que utilizaban los virus para llevar a cabo el desarrollo de su forma a partir de proteínas.
Pero, oh! Sorpresa, necesitó financiación externa para poder empezar a trabajar, ya que en España no se destinaba dinero a la investigación en la década de los 70. No como ahora que las cosas es eh….
Bueno el gran mentor de Margarita Salas, Severo Ochoa puso remedio al asunto, y consiguió que la Memorial Fund For Medical Research financiase los inicios del proyecto, añadiendo un plan de formación para personal de investigación, con el que Margarita seleccionó a sus primeros ayudantes.
El equipo que formó Margarita consiguió un hito en el ámbito del estudio del ADN. Fue la primera vez que se encontraba la proteína esencial para que un virus se replicase. El hallazgo ha servido como modelo de análisis de la reproducción de otros virus. Además descubrieron la ADN polimerasa, la cual permite que a partir de fragmentos muy pequeños de ADN se reproduzcan miles o millones de copias de ese mismo ADN.
Esta investigación dio como resultado una patente pionera en el mundo. En su momento, patentaron la ADN polimerasa y concedieron la licencia de explotación a una empresa americana que comercializó una serie de kits. Esta sería la primera de las patentes de Margarita Salas. Además es la patente más rentable de la ciencia en España. Margarita tuvo una brillante carrera profesional dedicada entera a la investigación. Registrando varias patentes más, publicó alrededor de 400 trabajos científicos en revistas de prestigio internacional.
En 1988 asume la dirección del instituto de Biología Molecular del CSIC.
En 1994 la conceden el premio Rey Jaime I de Investigación Científica y Técnica.
Desde 1997 preside la fundación Severo Ochoa.
Recibe en 1999 el premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal.
Es académica de la RAE desde junio de 2003 donde trabaja en el vocabulario científico.
La concedieron la medalla de Oro del Mérito al Trabajo en 2005.
Se convierte en 2007 en la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de EEUU.
Llego a reconocer Margarita de tener la sensación de que, hubo un momento a partir del cual todo lo que en su vida había sido negativo por el hecho de ser mujer, se había convertido en positivo. Pensó que todos los premios recibidos tenían más repercusión mediática por ser la primera vez que habían sido concedidos a una mujer, a pesar de que sus méritos científicos fueran iguales a los hombres. Tampoco quita que ella creyera firmemente que nunca le habian dado un premio por el mero hecho de ser mujer.
Dedicó su vida a una importante labor docente en la Universidad Complutense de Madrid donde destaco supervisando montones de tesis doctorales. Pese a jubilarse o como ella reconoció a los 70 años la jubilaron, sigue pegada a los laboratorios como profesora de honor del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa.
Un ejemplo de vida dedicada a una pasión, siendo consciente del entorno hostil en el que ha vivido. Continúo dedicando su tiempo apostando por la ciencia, quizás en un país que no la dio muchas facilidades. Acuño la frase que decía: Un país sin investigación es un país sin desarrollo.
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