Hablamos de una académica sin sillón, de una dedicación vital para repartir cultura, precursora o mejor dicho luchadora para que las bibliotecas fueran columna vertebral de la difusión de la cultura en tiempos adversos. Pero sin duda por lo que su nombre nos suena en la cabeza es por lo importante que fue la creación de su diccionario en lengua castellana.
Dale al play y descubre su historia
Pero antes de contaros los pasos de su vida, vamos a ubicarla en el mundo.
María Moliner nació en Paniza (Zaragoza) el 30 de marzo de 1900. Por ser su padre médico rural vivió en un ambiente acomodado, permitía tanto ella como sus hermanos pudiesen realizar estudios superiores.
En 1902, se trasladó la familia a Almazán (Soria) e inmediatamente, a Madrid. En la capital, María Moliner y sus hermanos estudiaron en la Institución Libre de Enseñanza.
Cuenta la historia que el padre de María Moliner les abandonó yéndose a vivir a Argentina. Provocando que la familia decidiera trasladarse a vivir a Aragón.
Entre 1918 y 1921, María Moliner cursó la Licenciatura de Filosofía y Letras en la universidad de Zaragoza., con notas de sobresaliente y Premio Extraordinario.
Mientras estudiaba en Zaragoza, colaboró con varias instituciones ayudando en la confección de tratados sobre el lenguaje. A ella siempre le encantaban los libros y las palabras, así que una vez licenciada, intento ser bibliotecaria.
En 1922 ingresó, por oposición, en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos.
Su primer destino fue en Simancas (Valladolid), de ahí se trasladó al Archivo de la Delegación de Hacienda de Murcia. Será en esa ciudad donde conocerá al que será su marido, D. Fernando Ramón y Ferrando, catedrático de Física.
A principios de los años treinta, la familia se traslada a Valencia el marido a la Facultad de Ciencias y María, al Archivo de la Delegación de Hacienda de esa ciudad.
La etapa valenciana cubre el período de mayor plenitud vital de María Moliner. Atentos.
No se conformó con el trabajo cotidiano de una funcionaria de biblioteca. Tenía en mente la importancia de la cultura. Creía que la cultura tenía que acercarse todo lo posible a la gente. Hay que reconocer que esto suena innovador incluso en los tiempos actuales. Formó parte activa en el desarrollo de una red de bibliotecas de la que formaran parte cientos de centros educativos. Participó con toda la esperanza del mundo en el fomento de la cultura con el espíritu que surgió de la proclamación de la II República.
María colaboró activamente con a las Misiones Pedagógicas de la República.
¿Qué son las misiones pedagógicas de la república?
Las Misiones Pedagógicas fueron una iniciativa del Gobierno de la II República española. Tenían como objetivo mejorar el nivel educativo y cultural de los sectores más atrasados de la población española, campesinos, obreros, la infancia y poblaciones rurales.
Con la proclamación de la II República comenzó a desarrollarse un ambicioso plan de alfabetización, educación y de política científica, reconocido en la Constitución de 1931, creando escuelas allí donde no existían.
El objetivo fundamental de las Misiones era llevar a la población, con preferencia a las que habitaban en el medio rural, la cultura y la educación. España era uno de los países con mayor índice de analfabetismo de Europa.
En las Misiones colaboraban de manera altruista poetas o artistas como Federico García Lorca, Miguel Hernández, Rafael Alberti, Luis Cernuda y muchos otros. Además de estudiantes, profesionales y personas de cualquier oficio o sin él, entusiasmadas por la labor de las Misiones pedagógicas en beneficio de mejorar la cultura popular. No sólo se llevaban libros, se realizaban exposiciones, recitales de poesía, representaciones teatrales, y todas las actividades posibles en fomento de la cultura y la enseñanza.
El propósito de las Misiones no sólo se centraba en acabar con el analfabetismo en España. Pretendían despertar el interés por la lectura y crear así un hábito en favor del aumento de la cultura general de la población.
Se crea para ello en noviembre de 1931 la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públicas, organismo que multiplicó por veinte el presupuesto destinado a la adquisición de libros para las bibliotecas.
Los tres años de la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista acabó con esta experiencia cultural en la historia de España.
En las Misiones Pedagógicas de la República, María Moliner se encargó de la organización de las bibliotecas rurales. De hecho, escribió instrucciones para organizar pequeñas bibliotecas. Este manual de instrucciones se publicó sin nombre de autor en Valencia. Representa un buen ejemplo de la fe que tenía María Moliner en la cultura como medio para regenerar la sociedad. Se podía pensar que era un empeño mediante la difusión de la cultura y mejora de la educación poder evitar la sin razón de matarse los unos a los otros en una guerra.
En esta etapa de su vida ocupó puestos importantes de responsabilidad en el terreno de la organización de las bibliotecas populares.
En septiembre de 1936 fue designada por el rector de la Universidad de Valencia, para dirigir la Biblioteca universitaria. Pero, en plena guerra civil, a finales de 1937, abandonó el puesto para encargarse de la dirección de la Oficina de Adquisición y Cambio Internacional de Publicaciones y para trabajar como vocal de la Sección de Bibliotecas del Consejo Central de Archivos, Bibliotecas y Tesoro Artístico.
La capacidad organizativa de María Moliner queda plasmada en las directrices que redacta como proyecto de plan de bibliotecas del Estado. Las cuales se publicarán a principios de 1939. Y se podían adherir bibliotecas privadas o públicas.
En este momento vital llegó el triunfo de la dictadura. Al terminar la guerra civil sufren represalias tanto ella como su marido.
María Moliner es depurada y sufre la pérdida de 18 puestos en el escalafón del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios, por haber sido alguien significado con la II República. Se la repondrá en 1958.
Su marido por el contrario es suspendido de empleo y sueldo, trasladado después a Murcia (1944-1946) y rehabilitado en Salamanca a partir de 1946
En esta nueva etapa de su vida, instalada en Madrid, con los hijos criados y separada físicamente de su marido buena parte de la semana. María Moliner dedicaría el tiempo a su interés intelectual más profundo: las palabras.
Cuenta la leyenda que un día, su hijo le trajo un regalo de Paris, un diccionario de inglés que cambiaría su vida. María a lo largo de su vida había observado que las definiciones del diccionario de la Real Academia de la Lengua, estaban un tanto como decirlo… poco prácticas.
Al ver aquel diccionario quedó maravillada ante la precisión de las definiciones del diccionario llegado de Paris. Y decidió iniciar el proyecto de elaborar uno similar en español.
Maria Moliner pensaba que los diccionarios que existían carecían de algunos términos y no daban suficientes explicaciones, así que, ni corta ni perezosa, se puso manos a la obra a crear su propio diccionario.
En horas y más horas sentada delante de libros y papeles cuando acababa de trabajar. Por el 1950 con mucha dedicación exhaustiva empieza a escribir su propio diccionario. Tras largos años de esfuerzo, acabó su diccionario. El Diccionario de uso del español, publicado por la Editorial Gredos entre los años 1966 y 1967.
Con el tiempo, se transformó en una obra de consulta fundamental para escritores, periodistas o profesionales de las letras.
Llevó a cabo una hazaña colosal que la valió la candidatura para un sillón de la Real Academia de la Lengua. Pero nunca fue académica a pesar de la magnitud e importancia de su obra, fue rechazada… Recordemos que María Moliner nació en 1900 y murió en 1981. Guerras y dictaduras mediantes. Creo que si entre todos dejamos volar la imaginación daremos con los pensamientos que tuvieron en la Real Academia de la Lengua para no admitirla.
Sus trabajos en pro del idioma castellano le han valido un nombre entre las grandes figuras de las letras españolas.
María Moliner representa, sin duda, todo un estilo de ser mujer en el siglo xx: pertenece al grupo de las pioneras universitarias que ejercen una profesión. Refleja, igualmente, una manera de realizarse como persona.
De su gran legado, que es el diccionario, muchos aprecian la claridad de sus definiciones y es desde luego uno de los rasgos que lo caracterizan. María Moliner concibió su diccionario como una herramienta, como un instrumento de guía en el uso del español y huyó de retorcidas definiciones. Buscando trasmitir con claridad la información, para hacerla accesible y comprensible para la mayoría de la población. Favoreciendo su comprensión y mejorando la asimilación de conocimientos.
Porque da igual el nivel de adelantos que desarrolle la humanidad si no somos capaces de transmitirlo eficazmente. Buscando maneras para conseguir darlos a conocer en a la gente. Algunas de las lecciones que nos podemos quedar de la vida de María Moliner es la importancia de hacer accesible la cultura, lo esencial que es hacerla además, de accesible, entendible por la población. Acercándola a la gente para que sea asimilada. Hacer lo posible y lo no posible para que la educación, cultura y los adelantos sociales o de cualquier tipo se extiendan a cada rincón por inaccesible que sea.
Ahora os toca a vosotros dejarnos vuestros comentarios, vuestras opiniones o lo que queráis, siempre eso sí… que sea bueno, en espacio de comentarios. Nos llenaría de orgullo y satisfacción que difundáis esta historia.