Ser padre, madre, abuelo, abuela, tío, tía… provoca un sentimiento muy bonito en nosotros. Y es que, desde que nace el bebé, todo lo que sucede en torno a él se convierte en un acontecimiento y es digno de ser compartido.
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Es normal, estamos felices, y todos esos momentos queramos compartirlos con nuestros familiares y amigos. Qué mejor forma de hacerlo que utilizando las rede sociales. Whatsapp, Facebook, Instagram… son solo algunos sitios que podemos utilizar para compartir fotos y vídeos de forma rápida y sencilla.
Eso sí, antes de ponernos a compartir a lo loco, debemos pensar sobre qué repercusión podrían tener esas fotos o vídeos. Si alguien hiciese un uso no adecuado y cayesen en malas manos.
Por ejemplo, lo que en un momento dado a nosotros nos puede resultar emocionante, bonito y gracioso, puede que a nuestro hijo el día de mañana, no. Pensemos por un momento que toda nuestra vida estuviese publicada en Internet, ¿nos gustaría que estuviese al alcance de un clic por cualquiera? Nuestro primer baño, primera patadita, primer diente, primera papilla, primeros pasos, aquella vez que te caíste en el parque. Quizás nos haga ilusión verlas, pero de una forma más íntima ¿verdad?
Hay riesgos derivados del uso de las tecnologías y los menores, que aunque no tienen por qué producirse. No esta demás recordarlos.
Alguien podría suplantar nuestra identidad o la de nuestros hijos
La suma de todas las publicaciones pueden ayudar a crear un perfil sobre quiénes somos, dónde vivimos, nivel de vida, nuestras aficiones, sitios frecuentamos, etc.
Uso de las fotos para publicidad
Se pueden llegar a utilizar por parte de empresas las imágenes o vídeos para fines publicitarios u otros fines que les genere algún tipo de beneficio. Esto puede suceder generalmente cuando aceptamos las condiciones y uso de los servicios sin leerlas previamente.
Víctimas de montajes fotográficos que ridiculizan al menor
Pueden derivar en situaciones de bullying o ciberbullying. Este mismo problema puede ser provocado por imágenes o vídeos en los que el menor aparece en situaciones ridículas o que en su momento fueron graciosas. Y que los niños pequeños las realizan con normalidad, una caída, cantar, bailar. Las hacen de manera inconsciente, pero cuando ya van teniendo más edad quizás no deseen que se vean.
Un depredador sexual podría capturar las imágenes de nuestros niños
Por desgracia, los pederastas bajo la falsa apariencia de anonimato que proporciona Internet, se mueven por este medio para conseguir sus objetivos. Por ejemplo la Policía Alemana, están promoviendo una campaña de no publicación de imágenes y vídeos de menores para prevenir los riesgos mencionados.
En el caso de que decidamos publicar imágenes, nos debemos asegurar de tomar algunas precauciones:
1. Si la publicación del contenido se realizará a través de WhatsApp
Comprobar que las personas que reciben las imágenes son de plena confianza y no lo distribuirán sin nosotros conocerlo, a otras personas o lo publicarán en Internet sin el previo consentimiento.
2. Si se tratará de una publicación en redes sociales
Hay que asegurarnos de que nuestros perfiles sean privados para que no tenga acceso cualquiera. En cualquier caso, entre nuestras amistades, siempre se cuela algún conocido o incluso desconocido, por lo que recomiendo limitar al máximo el alcance de las publicaciones. Para que sólo las personas que realmente queramos vean las fotos y vídeos que compartamos las vean.
3. Si lo publicamos en webs
Aunque no es recomendable publicar en sitios webs públicos, tipo blogs y foros. En los que desconocemos por completo quién lo visita. Difuminar la imagen del menor para que no se le reconozca esuna buena práctica.
Sea cual sea la motivación que nos lleve a publicar una foto o vídeo de menores en Internet, pensemos antes de hacerlo por encima de todo, en ellos. Su seguridad y privacidad depende de nosotros.
Cuando los menores se hacen pasar por otros en Internet
Para un adolescente o un adulto, descubrir que hay un perfil falso en una red social con su nombre o su imagen puede convertirse en una pesadilla. Sabemos lo que puede conllevar: rumores, burlas, mensajes humillantes en su nombre, ciberacoso… Aún pensamos que estas cosas solo pasan en películas.
Un menor puede suplantar la identidad de otro al hacerse pasar por él en Internet, ya sea en una página web, un foro o creando un perfil falso en una red social. También accediendo a una red social con los datos de acceso de otro menor. Conseguir o adivinar su contraseña puede ser muy sencillo, e incluso pueden haberle cogido el móvil desbloqueado en un descuido.
Es cierto que Internet ofrece la posibilidad de interactuar con otras personas de forma aparentemente anónima. Sin embargo, en el caso de utilizar un nombre e imagen real, resulta complejo verificar que nosotros somos verdaderamente quienes decimos ser. De este modo, otra persona puede utilizar nuestro nombre o una fotografía y actuar en Internet con nuestra identidad.
La suplantación es algo muy sencillo lo puede hacer cualquiera
Imaginemos cogemos una imagen que podría ser una que te haya mandado por WhatsApp, por ejemplo. Entramos en una red social e intentamos crear un nuevo perfil con su nombre real y su imagen.
En el mejor de los casos, habrán solicitado fecha de nacimiento, un teléfono o correo electrónico, puede ser uno creado expresamente para este fin.
Dicho esto, podemos deducir que cualquier persona puede suplantar a otra sin mucha dificultad. Y es que basta con tener una foto para suplantarle, y con la cantidad de imágenes que un menor publica en Internet hoy en día, esto no es un impedimento. De esta conclusión deriva otra: un menor también es capaz de realizar esta operación fácilmente en cuestión de minutos. Saben desenvolverse en las redes sociales como peces en el agua. Por ello, tenemos que ser conscientes de que es un riesgo real, que puede afectar a cualquier chaval, y que cualquier menor puede llevar a cabo.
La pregunta que ronda en la cabeza de los padres y madres es por qué, por qué lo hacen. Los menores que utilizan estos perfiles falsos en redes sociales suelen hacerlo para burlarse o humillar a un compañero, con comentarios o imágenes creadas expresamente para eso. También como venganza después de una discusión con el grupo de amigos o una ruptura, desvelando información o fotografías privadas que antes se pueden haber compartido en confianza.
Las consecuencias directas para los menores
Para el menor suplantado, el hecho de que creen un perfil con su nombre y lo utilicen de forma malintencionada puede acarrear malentendidos con aquellos amigos o compañeros que lo confundan con su verdadera identidad. Esto puede desembocar en discusiones, pérdida de amistades, humillación, acoso y/o ciberacoso, así como deterioro de su reputación, tanto en la vida real como en su imagen online. Las consecuencias pueden alargarse en el tiempo, a pesar de que el perfil falso se elimine, y en el caso de que se haya expuesto información íntima, el daño a su privacidad puede llegar a ser permanente.
Al otro lado de ese perfil falso, están los menores que han llevado a cabo la suplantación. Lo que muchos no imaginan cuando empiezan este tipo de bromas es que los cuerpos de seguridad son capaces de localizar, identificar y detener al autor.
El resultado puede variar dependiendo del daño causado, pudiendo imputar al menor un delito de usurpación del estado civil, (artículo 401 del Código Penal), que puede acarrear desde una amonestación a medidas de internamiento.
Además, puede darse un delito de falsedad en documento mercantil (art. 392 del Código Penal), lesión de privacidad como una forma de descubrimiento y revelación de secretos (art. 197 del Código Penal) o un delito de «daños a redes, soportes o sistemas informáticos» (art. 264 del Código Penal), si para acceder a la cuenta o perfil de la víctima se ha provocado daños a sistemas informáticos para conseguir sus datos de acceso. En conclusión, para quien pretenda hacer la gracia, hablamos de consecuencias graves y delitos penales: no es ninguna broma.
¿Cómo evitar la suplantación en Internet?
La prevención no pasa necesariamente por prohibir el acceso a las redes sociales. Lo cierto es que aunque no accedan a Internet ni a las redes sociales, eso no evita que cualquiera pueda suplantarles. Por lo tanto, se trata más bien de “ponérselo difícil” a aquellos que puedan querer suplantar su perfil.
Lo principal es fomentar un uso responsable de Internet, aprendiendo a mantener un dispositivo seguro (ya sea el móvil, la tablet o el ordenador), por ejemplo creando contraseñas robustas.
Cuidar la privacidad y reputación online, no publicar todo y protegerse de la sobreexposición social para minimizar el riesgo. Limitando sus listas de amigos online o configurando las opciones de privacidad en redes sociales.
Además, de ser responsable a la hora de publicar en redes sociales. En caso de descubrir que alguien se está haciendo pasar por ellos, reportar la situación y denunciar.