La obsolescencia programada ha vuelta a la actualidad tras saberse que Apple ralentiza los iPhone de versiones antiguas. Pero antes de explicar el caso de Apple, la obsolescencia programada se define como el tiempo de vida útil que los diseñadores de un producto han realizado para que funcione o sirva un objeto, y transcurrido el periodo de tiempo los usuarios no vemos obligados a comprar otro modelo nuevo.
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La obsolescencia programada no solo está presente en la tecnología, también en la ropa e incluso en la forma de vida.
En el caso de Apple y a toda marca le interesa promover una renovación de los productos que vende, ya que de lo contrario el negocio se estancaría y moriría. En el caso de Apple, siempre ha procurado mantener unos productos en el mercado lo más actualizado posible con el fin de reducir los costes derivados del mantenimiento, lo que incluye calificar equipos perfectamente funcionales como antiguos a los cinco años con el fin de reducir el inventario de recambios a mantener por parte de la empresa.
Pero no hay que olvidar que las baterías se deterioran en un proceso inevitable que puede ser monitorizado, podemos ver mediante datos claros como disminuye el rendimiento, y cuando comienzan las baterías a no ser capaces de mantener niveles óptimos, pueden provocar por ejemplo un reinicio involuntario del Smartphone.
Es evidente que el hecho de que un móvil que estamos utilizando se reinicie de manera espontánea no es algo simplemente molesto, sino un problema grave que merma el uso, y que podemos acabar odiando el Smartphone con toda nuestra alma. Con el objetivo de evitarlo, y nos ha pasado a todos el que los aparatos hagan cosas extrañas, Apple toma la decisión de reducir las prestaciones del IPhone en su conjunto a partir de un determinado nivel de deterioro de su batería, lo que impide que se produzcan molestos reinicios, a cambio de provocar tener un iPhone más lento.
Hasta aquí la explicación lógica y técnica que justifica, los motivos de ralentizar un dispositivo a propósito.
Si alguien se pregunta si es lógico que Apple tome esa decisión. Técnicamente es lógico ya que si alguien ha tenido que intentar utilizar un terminal que se reinicia constantemente, sabe que frente a no hacer nada y dejar al usuario que se las arregle como pueda, Apple intenta una solución.
Desde el punto de vista de imagen, esa solución solo tiene sentido si está adecuadamente explicada, y ese no ha sido el caso. Simplemente lleva a cabo ese proceso sin aviso de ningún tipo al usuario, lo que percibimos es que el Smartphone pasa a funcionar más lento, lo relacionamos con alguna actualización, y si coincide con la puesta a la venta de algún nuevo modelo, sospechamos que se trata de una manera de promover el cambio hacia el nuevo dispositivo.
Si en lugar de hacer esto, las marcas, ya que no solo Apple realiza este tipo de acciones. Nos ofrecieran a los usuarios una métrica de las prestaciones y ofrece alternativas de cambiar por una batería nueva o hacer lo de reducir las prestaciones, antes de tener que cambiar todo el móvil por uno nuevo. Lo que haría prolongar la vida útil del Smartphone y la imagen proyectada al mundo sería distinta.
Sin embargo, ese tipo de consideración con el usuario nunca ha estado presente en la cultura de Apple, habitualmente mucho más inclinada a el trabajo del cliente no es saber lo que quiere. Para tomar decisiones directamente sin, y esa actitud es la que, en último término, ha provocado toda la polémica.
Lo que ha llevado es a poner más de relieve el legislar contra la obsolescencia programada.
En general, lo que hay que hacer es aplicar lo que ya está legislado: ya que introducir un proceso intencionado y sin justificación de deterioro de un producto es algo que ya está en las leyes: se llama estafa, y es argumentable y se puede demostrar ante un juez.
En el caso de Apple hasta donde se ha podido saber, si la empresa no sabe explicarlo y sus clientes la llevan a los tribunales, tendrá que demostrar que lo estaba haciendo por el bien de la experiencia de usuario del producto, y tendrá que convencer a un juez.
Por otro lado, la legislación adicional sobre algo con tantos matices como la obsolescencia programada tendería poco o casi ningún sentido, y podría generar más problemas que soluciones, por mucho que la idea de obsolescencia programada nos genere rechazo.
Como conclusión vigilar el uso indebido de la obsolescencia programada puede tener sentido. Ahora, tras el escándalo de Apple, cualquier usuario con un Smartphone que no funciona puede optar por cambiarlo para adquirir el último de la gama, por asumir una reducción en prestaciones, o por cambiar los componentes que se estén estropeando y seguir utilizándolo con normalidad.
Pero indudablemente, no es eterno esta solución ya que a partir de un tiempo, el avance de las tecnologías y las demandas de las aplicaciones impiden que un móvil antiguo siga teniendo un rendimiento razonable, y penalizar que las empresas animen a que se compren los modelos nuevos puede resultar absurdo. Como en todo, los mejor para este tipo de sucesos es la transparencia.